martes, 29 de septiembre de 2020

My body my choice

Ayer no llegué con los tiempos y subí un par de historias (ya que como dije, la entrada que publiqué la tenía en cola hacía más de un mes), dudaba realmente el ponerme a escribir por una cuestión de que no llegaba al día y que ya había hecho mi descargo, pero después de ver las historias de Sol Despeinada (haciendo click acá vas a ir a su perfil) me decidí y acá estoy. Junté muchísimo coraje después de leer eso porque terminé llorando, pero bueno, acá voy.

Ayer, 28 de septiembre, se conmemoró el DÍA DE ACCIÓN GLOBAL POR EL DERECHO A UN ABORTO LEGAL Y SEGURO. Su origen se remonta a 1990, cuando fue instaurado por el 5° Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, llevado a cabo en Argentina. La idea de que se conmemore el 28 de septiembre fue presentada por la delegación de Brasil, ya que ese día de 1871 se promulgó la Ley de Libertad de Vientres, declarando libres a todos los hijos nacidos de mujeres esclavas a partir de ese día. Hoy, a 30 años de esa fecha, seguimos luchando por tener un libre acceso a un aborto seguro y gratuito, porque todavía tenemos gente que sigue debatiendo que sí o que no, sigue habiendo gente que cree que es una cuestión religiosa o de fe, cuando estamos hablando de un tema jurídico, de educación y salud pública. Hace dos años se rechazó el proyecto de ley con media sanción y los pañuelos celestes celebraron y festejaron como si hubieran ganado la copa del mundo, cuando el único que ganó es el aborto inseguro. Porque es inocente pensar que porque no es legal no se hace: ES ABORTO LEGAL O ABORTO CLANDESTINO, y no de ahora, esto viene desde hace muchos años. Y al no tener asesoramiento, guía, contención, ayuda, las mujeres desesperadas buscan las mil y un formas para no llevar a cabo un embarazo no deseado, a veces sin detenerse a pensar en las graves consecuencias que podrían sufrir; es a esto a lo que me refería con las historias de Sol. Ella es una médica que, de tanto en tanto, hace preguntas a sus miles de seguidores para que compartan sus experiencias: con la ESI, violencia machista, femicidios, experiencias con tests de embarazo… Claramente, ayer tocó de abortos. Cómo fueron las experiencias con el aborto ilegal de las lectoras (o amigas, o compañeras, o familiares). Realmente lo que leí me heló la sangre. Leer que desde abuelas o bisabuelas abortaban con té de ruda, andando a caballo, con agujas y alambres, tirándose de techos o escaleras y hasta recibiendo violencia física adrede, es un golpe de realidad para las almas inocentes que creen que el aborto es algo “de ahora” o “una moda” por la que las feministas de hoy pedimos. Con pastillas, con objetos cortopunzantes, con bebidas calientes, con cócteles sacados de internet, o de la amiga de una amiga, en casillas de villas, en garajes, en cuartos sucios y húmedos… Fueron 2 o 3 como mucho, de las aproximadamente 80 historias, que dijeron que pudieron acceder a un aborto en una clínica en manos de equipo médico, pero que tuvieron que pagar cuantiosas sumas de dinero (hubo una diciendo que pagó mil dólares, otra que su madre dejó el sueldo), por lo que ahora también sabemos, que sobrevivir a un aborto clandestino es un privilegio de clase, porque pagar en un piso de $40.000 en una clínica no es un lujo que todas puedan darse. Otras decían que fueron escondidas a cuartitos oscuros, sucios y sin médicos, donde les introdujeron elementos en sus vaginas o les dieron un blíster de pastillas donde tuvieron miedo de morir, ellas, sus amigas o madres, de donde muchas salieron con hemorragias incontrolables, dolores insoportables e infecciones varias.

Son muchas las personas que a día de hoy se horrorizan cuando se enteran que una mujer abortó, o que si llega a quedar embarazada lo haría, pero es más común y frecuente que un varón abandone a su novia embarazada (a veces ni siquiera es la novia) o a su hijo recién nacido y nadie parece horrorizarse tanto, o cuando ya siendo padre no le quiere pasar cuota alimentaria porque no quiere hacerse cargo. Cuando una mujer aborta SÍ SE ESTÁ HACIENDO CARGO. De su salud sexual, reproductiva, económica, social y de su propio plan de vida, porque todos sabemos, aunque no tengamos hijos, que mantenerlos no es gratis, que requiere tiempo y dinero. Les horroriza más que nos colguemos un pañuelo verde a que haya miles y miles de mujeres que procedan a introducirse tallos verdes de perejil en su tracto reproductivo para abortar, como si no hubiera médicos ni las drogas para llevar a cabo el proceso, como si viviéramos en el antiguo Egipto.

Se calcula que por año, solamente en nuestro país, se llevan a cabo entre 300 y 500 abortos clandestinos, muchos de los cuales terminan en la mujer muerta. ¿Se imaginan entonces, cuántas son las mujeres al año que mueren intentando abortar, cuando no tienen el dinero suficiente para hacerlo en una clínica? ¿Cuántos son los niños que año a año pierden a sus madres cuando estas deciden no traer otro bebé al mundo, por causales sociales, económicas o simplemente porque no quieren? La tasa de maltrato a las mujeres que llegan al hospital con abortos incompletos es alarmantes, las culpabilizan por algo que ellas quisieron, por una decisión que es meramente de ellas, que es no maternar, y se las trata como si fueran delincuentes. Es triste y preocupante, pero las cifras son aproximadas; al tratarse de un procedimiento ilegal del que no se tienen registros oficiales, no se sabe con exactitud. Estos datos se toman en base a organizaciones como Camp Aborto Legal, Mumalá, Amnistía Internacional, entre otras, que le permiten tener el dato aproximado. En cualquier hospital o clínica se llevan conteos anuales de los partos, los trasplantes, los legrados, las amputaciones que se hacen, pero si tenemos en cuenta que el grueso de estos procedimientos no se lleva a cabo en clínicas, es todavía más difícil llevar un conteo. Ni hablar de las chicas que tienen que abortar solas, con miedo, que no le dicen a sus parejas, padres y a veces ni siquiera a sus amigas; chicas asustadas y corriendo contra el tiempo que recurren a comprar pastillas y realizan los abortos en sus casas (en el mejor de los casos).

Esto se tiene que terminar. Ya.

Tenemos que cortar con el pensamiento dinosaurio de que, aquellas que llevan a cabo un aborto, lo hacen con una sonrisa en la cara, no es un procedimiento por el cual sea placentero pasar. A nadie le gusta la idea de tener que pasarlo, ni ese ni ningún otro para ser francas. Sin ir más lejos, si alguna vez te realizaste una ecografía mamaria o trasvaginal, probablemente entiendas ese sentimiento de vulnerabilidad de estar desnuda, sola, abierta de piernas mientras un profesional te mete el ecógrafo en la vagina y lo mueve de acá para allá. Es algo para la salud, sí, es algo necesario, es un estudio para tener todo bajo control, pero eso no deja de hacerme sentir vulnerable. En este caso es lo mismo. Si un aborto es legal y seguro, sigue posicionándolos en un lugar de vulnerabilidad, porque sigue siendo un procedimiento traumático, pero al menos estamos en un hospital, con médicos, psicólogos, asistentes sociales y un Estado que no nos criminaliza, sino que nos acompaña. Y para los iluminados que dicen que “ay por qué quieren que sea gratis” y “pero eso tampoco asegura que la mujer no muera en el proceso”, les tengo respuestas a ambos:

1.    La salud acá en Argentina es gratis, somos unos de los pocos países en el mundo que tienen ese “privilegio”, y tratándose de una cuestión de salud pública, el aborto se incluye.

2.    Otro ejemplo que usó Sol. Supongamos que tienen que operarte de apendicitis, y tenés dos opciones: la primera es con un equipo médico adecuado, en un hospital, con medicamentos e indicaciones para el post operatorio. La segunda opción es en un galpón, que te opere un carnicero y la anestesia sea a partir de aspirinas y vino. En ambas tenés riesgo de vida ¿cuál preferirías?

Pero que no se me malinterprete, no me malentiendan. Que yo sea feminista y me cuelgue al cuello un pañuelo verde, no quiere decir que estoy a favor del aborto. Yo no estoy a favor del aborto. Cuando me cuelgo el pañuelo verde estoy diciendo que todas somos distintas, que todas queremos cosas distintas, y estoy apoyando la idea de que vos con tu cuerpo sos libre y que hagas con él lo que sea mejor para vos. Sólo porque yo a mis veintes no tendría un hijo no quiere decir que obligue a chicas de mi edad o más chicas a realizarse un aborto. NADIE ESTÁ OBLIGANDO A NADIE A ABORTAR, pero con esta legislación que tenemos actualmente, de casi 100 años de edad, obliga a las chicas que desean hacerlo, que lo hagan en la ilegalidad y, si no tienen dinero, a hacerlo a riesgo de que pierdan la vida. O en el peor de los casos, las quiere obligar a parir. La maternidad tiene que ser deseada, no una obligación o una imposición. Más allá de que, si tenemos que salir de nuestra burbuja egoísta, tenemos que pararnos a pensar que no todas recibieron la misma educación sexual, que los métodos anticonceptivos fallan, que muchas tienen parejas abusivas que se niegan a usar preservativos y pueden violentarse con ellas si optan por métodos hormonales, y un largo etcétera.

Volvemos a lo mismo, ya no se habla de aborto sí o aborto no, estamos hablando de que sea legal o clandestino. Para hablar de que el aborto sea la última opción, primero hay que hablar y asegurar educación sexual integral para todos los niveles de la vida y no sólo en las escuelas; tenemos que hablar de métodos anticonceptivos, de responsabilidad sexual, de embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual. Tenemos que practicar la empatía y dejar de mirarnos los propios ombligos, hay muchas realidades y no siempre van a ser iguales a las nuestras.

No me voy a cansar nunca de decirlo, pero para que se entienda que el mensaje del pañuelo no es VAYAN Y ABORTEN, sino que es la última opción cuando ya es tarde y no queda otra, pero para evitarlo es:

 

EDUCACIÓN SEXUAL PARA DECIDIR

ANTICONCEPTIVOS PARA NO ABORTAR

ABORTO LEGAL PARA NO MORIR



Tarde o temprano, pero Será Ley.

lunes, 28 de septiembre de 2020

The Good, the Bad and the Ugly (Quarantine edition)

 

Quienes me conocen lo saben bien y para los que no se los comento: nunca jamás desde que soy chica que me considero una persona optimista. Es algo que siempre odié de la filosofía Disney, que siempre todo es color de rosa y que siempre todo va a salir bien de alguna forma u otra. Me huele a hipócrita y una falsedad inconmensurable, tanto positivismo y dar la falsa imagen de espíritu alegre y optimista me da asco. Siempre fui una mina seca con los pies sobre la tierra, porque tampoco es que veía todo negro. Siempre fui una persona más bien realista; veo las cosas como son y no trato de encontrarle el lado brillante a todo. Si siguen leyendo van a ver que por esta mera vez, hice una excepción (pasa que, originalmente iba a tratar sólo aspectos positivos). Con esto quiero decir que, en el contexto que todo el mundo está viviendo (y que acá en Argentina parece más infinito que las camadas de políticos mentirosos) desde mi humilde lugar ya tengo los aspectos del mismo analizados. Los buenos, los malos y los feos. Visto y considerando que para cosas tristes y negativas tenemos 24/7 noticieros monotemáticos, portales de noticias, redes sociales y el boca en boca, decidí dejar de leer, ver y hablar del tema. Informarse está bien, porque nunca va a ser algo bueno mantenerse ignorante y sentir que estás viviendo en un frasco de mermelada, pero me parece un extremo para nada sano estar pendiente de las personas que enferman o fallecen, de lo que tal especialista o cual mandatario dice o hace, preocupando e invadiendo con paranoia a la masa tonta y asustadiza (que ya hace 6 meses viene arrastrando esto). Quiero decir, sí, esto es una mierda, sí, hay gente que perdió su trabajo, gran poder adquisitivo y cayó en la línea de pobreza, sí, hay gente que falleció y se deprimió, pero no es lo que quiero tratar acá ni es el punto de la entrada. Perdón pero me fui un poco por las ramas. Acá vengo a contar mi experiencia, cómo yo lo vengo pasando y lo que realmente quería transmitir.

Quiero empezar por lo menos placentero, pero no me quiero enfocar mucho en esto tampoco. Les cuento, los aspectos malos y feos en lo que a mí respecta. Lógicamente extraño a todo el mundo y mi vida normal (no hay mentira más grande que llamar a este contexto “nueva normalidad”). Extraño poder saludar con un beso y un abrazo a un amigo o amiga que no veo hace mucho, compartir una cerveza o un café, escuchar sus voces o risas en vivo y en directo, salir a la noche, poder pasear a Nerón sin estar pendiente de barbijos o distancias, ir al cine, de compras o simplemente a la plaza a mirar las nubes con buena compañía. En un mundo tan digitalizado como este (lo cual ahora demostró ser una gran ventaja) perdimos la poca posibilidad de contacto humano que teníamos. A su vez, esta mierda de cuarentena me truncó la búsqueda laboral. Recién recibida y no tengo oportunidad de trabajar, es más: ni siquiera tengo el título en mi poder porque claro, las universidades están cerradas. Perdí la posibilidad de ir a entrenar como estaba acostumbrada, mis clases de pole dance 3 veces por semana. Ir a reuniones sociales y cumpleaños, juntadas y paseos, todo truncado…

Ahora, quiero hablarles de la idea original y el espíritu de esta entrada. Hace unos días tuve uno de mis tantos episodios de breakdown donde me agarran ataques de angustia y llanto imparable (que conste, esto me pasa desde hace muuuuucho antes de la pandemia, hace ya unos buenos años), donde siento que todo es una mierda y no hay forma de hacerme sentir mejor o de levantarme el ánimo. Sólo me limito a llorar, dormir, escuchar música y, como era de esperar, escribir. Cuando descubrí que mi orgulloso trasero tiene como ascendente astrológico el signo de piscis, todo tuvo más sentido: son los reyes de la sensiblería. Me bad. Pero después de una charla con David, donde me ayudó a calmarme un poco y obviamente me hizo sentir mejor, me paré y pensé en hacer un ejercicio –que, les digo, les recomiendo de corazón que lo hagan ustedes también. Desde marzo venimos diciendo cómo el encierro y la cuarentena nos viene afectando negativamente (como dije más arriba), todo lo malo que nos pasó y cuántos planes, grandes o chiquitos, nos arruinó este virus de mierda. En este ejercicio que me dispuse a hacer, me paré a pensar y recopilar todos los aspectos lindos y positivos que me vienen pasando desde entonces. Al principio pensé en hacer un hilo de tweets. Pero como eso pasa al olvido en dos segundos, caí en que quizás no iba a servir. Después dije bueno, ya que estoy lo plasmo en mi libro de memorias. Sí, lo voy a hacer, pero todavía estoy terminando de pasar en limpio otros textos que cronológicamente corresponden, así que todavía no (todavía siento que está muy vacío esto). Y claro, ahora que tengo un espacio mejor y personalizado lo puedo hacer bien. Sin más, paso a compartirles un poco de las cosas lindas que está dejando esta mierda (más o menos vendría a ser como los aspectos del yin y el yang, particularmente el yin: “representando lo ‘bueno’ que hay en lo ‘malo’.”).

La ley y el orden y la limpieza. Una de las cosas más positivas que me dejó el encierro, es que me hice fan de limpiar. Hay gente que se avocó a clasificar y acomodar su ropa y sus espacios, otros se volcaron por la jardinería, pintar con acuarelas o hacerse cagadas en el pelo. A mí me pegó por el lado de la limpieza y ordenar. Siempre fue una tarea que odié (como lavar los platos), la hacía nomás por obligación y porque tengo sentido de la higiene y la armonía visual, pero ahora es algo que hasta me produce placer, como le digo yo, es una terapia. Si bien hago mi cama, doblo/guardo la ropa todos los días, mantengo mi escritorio despejado y paso la escoba por mi habitación día por medio (entre mi hijo y yo juntamos más pelo caído que peluquería recién inaugurada), quienes me siguen en instagram saben que el jueves es EL DÍA de la limpieza. Aprovechando el cambio de sábanas, me hago mi rutina con la música al palo (si es que no lo hago mientras miro una película) y les digo que posta lo disfruto. Corro la cama (que pesa una tonelada) y la mesa de luz, saco y aspiro la alfombra, barro por todos los rincones, paso franela y plumero, limpio los vidrios y el espejo, desocupo la mesa de luz, el escritorio y los estantes para sacar polvo y limpiar las superficies (además de limpiar adornos, portarretratos, libros y las cosas que tengo en ellas) y tiro perfume textil a diestra y siniestra. Si le meto pata tardo 30/40 minutos, pero como me gusta hacerlo relajada, escuchando música y siendo detallista, me lleva entre hora y media y dos horas (ni hablar si un día me consume la paja que me tomo el tiempo para todo). Es de las pocas cosas que voy a extrañar cuando se vuelva a la normalidad, porque asumo que no voy a tener el tiempo ni las ganas de hacerlo, pero como dije, en este momento estoy sacando los aspectos positivos dentro de un contexto de mierda.

The art of cooking. Otro gran punto en común que tuvo mucha gente, es que se les dio por cocinar (o en su caso, probar recetas nuevas sacadas de internet). A mí también, pero en menor medida, o quizás con menos frecuencia. Nunca me gustó cocinar, no soy de esas personas que se entretiene y cocina con una sonrisa. Claramente cuando me reparto las tareas de la casa y me toca, lo hago, sin más, pero incursioné haciendo algún que otro plato. Igual que el ítem anterior; me pongo música o una buena peli y arranco. No voy a decir tampoco que me convertí en Paulina Cocina pero puedo presumir de mis galletitas de avena con cacao, mis pancitos de queso y mi carrot cake.

The eye of the tiger. Este punto quizás sea el más polémico en cuanto a mí personalmente. Nunca, jamás, ni en mi sueño más falopa y descabellado me hubiera visto a mí misma haciendo ejercicio en mi casa, pero ni de casualidad. Desde el día 0 de la cuarentena estoy tomando clases de stretching con mi profe de pole dance; es increíble lo mucho que mejoré. Yo que toda la vida fui un tronco de roble, verme a mí misma hacer determinados movimientos y figuras que siempre pensé en algo inalcanzable, me genera mucho bienestar (y así tampoco pierdo el progreso de elasticidad que llevo desde hace 4 años que empecé con esta hermosa disciplina). Eso solo era en un principio, más adelante empecé a recolectar rutinas y armarme las mías propias, y me propongo hacer aunque sea un poquito todos los días (además de caminar con Nerón una vez por día), con peso, con resistencia, con más repeticiones. Si bien no hago el esfuerzo ni me ejercito igual que haciendo mis 3 clases semanales de pole dance con esas entradas en calor que me dejan temblando, me veo al espejo y amo lo que me devuelve. Estoy tonificando y trabajando áreas por mi cuenta que nunca pensé en hacer, y aunque haya zonas que deteste hacer, al ejercicio en casa en general le tomé el gustito.

The art of art. Los primeros días de cuarentena pinté como si no hubiera un mañana. Mi hermano me regaló uno de esos libritos con mandalas y como una sacada me pasaba horas y horas y horas, sentada pintando, después un poco se me pasó. En abril empecé un proyecto escrito, el cual todavía está en desarrollo, mientras terminaba de leer la autobiografía de Bruce Dickinson. Desempolvé una carpeta que usaba para la facu, agarré un block de hojas en blanco y empecé a escribir a lápiz (es así como mejor me inspiro y como arranqué a hacerlo allá hace tiempo). Ya veremos en qué resulta, pero como todavía es algo confidencial, no le hablé de eso a nadie. Para mayo ya había terminado el que yo llamo mi Libro de Memorias (ya hablaré de esto más adelante en una entrada especialmente), lo que implicó escribir mucho. Al mes más o menos me dediqué de lleno a la escritura en mi nuevo LdM como para terminar de ponerme al día. En agosto, para mi cumpleaños, me regalaron la computadora en la que estoy escribiendo ahora y decidí volver a la plataforma de blogger. Es una idea y un deseo que tengo hace mucho tiempo (lo cual se hacía más notorio cada vez que me ponía a escribir en instagram y me llegaba al límite de caracteres) pero mi problema era el no poder escribir cómoda desde el celular, además de que la inspiración no fluye de la misma forma… quienes escriban me van a saber entender. Por último, algo que hice hace más o menos 3 meses fue terminar de recortar los tres kilos de revistas que tenía acumuladas hace milenios; con la idea de hacer collages, y no fue hasta hace un par de días que les terminé de dar uso. En mi nuevo libro de memorias hice collages internos (en esas típicas páginas destinadas a datos, tablas con horarios, gastos y demás) y ayer terminé de hacer tapa y contratapa. Ya está totalmente forrada y con una nueva imagen (ya estaba un poco cansada de las florcitas y el glitter), que quienes me siguen en instagram ya habrán visto. Escribir siempre fue mi fuerte si nos referimos al costado artístico, pero quien dice, a lo mejor antes de que termine de esta mierda incursiono en un nuevo terreno.

Thom sin Jerry. Esta es una de las partes que dudé mucho en incluir, no por nada negativo, sino porque meramente se trata de una sola persona. Si me siguen y ven mis historias seguido, ya se harán una idea de quién estoy hablando. Hace ya un tiempo, desde que supe que David Ellefson tenía un proyecto solista paralelo a Megadeth, veía sus fotos y me daba cuenta que había una persona que me resultaba bastante intimidante (particularmente cuando me mandaba fotos en Europa en el marco del Basstory Tour), el cantante de dicho proyecto. No vino al tour sudamericano por un tema de presupuesto, pero tengo entendido que en Norteamérica y Europa sí fue con él. Es probable que no lo conozcan porque no es una persona de mucho renombre en esta parte del mundo, o si no siguen este proyecto paralelo es factible que nunca lo hayan visto, pero los fans de Slipknot seguramente lo conocen: es la persona que frustró el suicidio de Corey Taylor. Se llama Thom Hazaert y es una de las personas más copadas que conocí en este último tiempo, particularmente luego de 6 meses de encierro. Una noche estaba en uno de mis tantos episodios de mental breakdown donde todo me pone mal y no logro sacar una sonrisa, y veo que David está haciendo un streaming en youtube con este hombre. Duró un par de horas y sinceramente me reí bastante. Como luego de cada vivo, David me habla para agradecerme por verlo, y yo hice lo propio por subirme el ánimo, y fue que se me ocurrió hablarle a Thom. Como siempre tratándose de una persona que no me sigue, los mensajes llegan a solicitudes y es factible que nunca sean leídos, pero yo dije “ya fue, qué puedo perder”. Efectivamente, fue mucho lo que gané y no perdí nada. Como dicen siempre, las apariencias engañan y atrás de ese aspecto hosco y malo, hay un osito de peluche. Al principio fue una charla banal, y ya a esta altura no sólo también tengo su número de teléfono personal, sino que también es frecuente hacer videollamadas y quedarnos hasta altas horas hablando de la vida, mientras nos cuenta con cuántas estrellas del mundo de la música está actualmente trabajando. Es una muy buena persona que espero conocer en un futuro, pero puedo decir con certeza que es de las mejores cosas que me dejó estos meses de encierro.

Make up. Otra de las cosas con la que se me dio por experimentar es con el maquillaje y sus diferentes variedades. Nunca fui muy fan ni tampoco experta, pero si hay algo que muchos tuvimos (y aún seguimos teniendo porque seguimos confinados) es tiempo libre, y me dediqué a practicar. Al principio fue muy seguido, día por medio me sentaba al sol y me ponía a jugar y combinar distintos colores, materiales, texturas y técnicas, pero ya ahora lo hago muy de vez en cuando, ya que claramente, si me pongo a maquillarme todos los días con el mero fin de practicar y hacerme más hábil al momento de salir, cuando efectivamente pueda salir y vaya a hacerlo, voy a estar sin un solo elemento (sabemos todos que tampoco es el mejor momento para gastar en algo como maquillaje, ¿no?), pero puedo decir que estoy bastante feliz con los resultados, siendo que mis favoritos los subí a mi cuenta de instagram, y lo que es más, ya tuve oportunidad de “estrenarlos” y quedé muy feliz con los resultados.

Lo bueno que se quede dentro... Me ha pasado también, con el hecho de no poder juntarme con mis amigos, verme envuelta en la proliferación de grupos de whatsapp, discord y videollamadas en ambas plataformas. Me pasó que tuve la fortuna de afianzar unos hermosos vínculos afectivos que venía gestando hace tiempo. Y acá no solo incluyo a mis amigos, sino que también cuento a esas personas que, quizá no las hubiera llamado amigas hace unos meses, gente con la que cruzaba palabras de vez en cuando pero que no teníamos una unión fuerte como para llamarla amistad. Lo bueno que te da el tiempo libre es disponibilidad y una mejor capacidad de conocer a la gente, lo cual en estos casos viene como anillo al dedo. Con esto no digo que no haya muchas de estas personas pasándola mal o que no estén amargadas con esta situación de mierda, pero la realidad es que, de no haber sido por este tiempito que me hice para conocerlos mejor, quizás hoy eran perfectos extraños y no hubiera afianzado el lazo. No me olvido que esta entrada es para ver lo bueno en lo malo.

… y la mierda tóxica afuera. Una de las cosas más sanas que podés hacer, es limpieza emocional. Cuando hay gente de mierda que no te aporta ni te suma nada positivo, que te envidia, te caretea y te ataca, que busca siempre la oportunidad para hacerte mal y escupirte la bilis venenosa y la mierda que lleva adentro, lo mejor que podés hacer es suprimirla, eliminarla, sacarla de todos lados y quedarte con las cosas valiosas. También aplica (y cómo…) a esas personas que se hacen llamar amigas cuando hay algo de interés, cuando te buscan para poder sacarte una tajada. Eso que muchos le dicen “amistad por conveniencia”, que se borran cuando no podés darles más nada, o cuando ya no tienen qué sacarte, esas mierdas son las peores en mi opinión. Convengamos que tampoco es necesario pasar por una pandemia peligrosa y mortal para sacarnos de encima a los soretes de este calibre que en un mundo como el nuestro abundan, pero como estas situaciones sacan, en su mayoría, lo peor que tiene este tipo de basura, al conocer bien su verdadera cara es más fácil eliminarlos de nuestro plano. Soy una persona muy espiritual y creo firmemente que, cuando una persona está rodeada de energías negativas y vampiros que absorben lo mejor que uno tiene para dar, se terminan de convertir en una mierda igual que ellos. En cambio cuando te rodeás de gente con buena energía que transmite una vibra positiva, te hace mejor a la cabeza y al cuerpo, y te nutre de su misma energía. Como se dice popularmente, energía negativa atrae energía negativa, e igual con la positiva.

 

Se me hizo un poco largo y no era la intención, pero esto más que una entrada para mi público, fue un ejercicio de introspección para mí, por lo cual no estuve ni cerca de calcular o medir las palabras. Además, hace un mes que tengo esta entrada en hiatus y no me decidía a cerrarla y publicarla. Al margen, después de mi cumpleaños fue el boom de ese juego de tripulaciones e impostores que a esta altura debemos conocer todos, y que sin mentirles, me consumió mucho del tiempo. Bah, no tampoco consumir, porque al jugar en su mayoría con amigos y gente que quiero, lo considero como otra forma de pasarla bien puertas adentro y sin contacto humano. Me hice tiempos para escribir (comentario al margen, sigo trabajando en mi proyecto manuscrito, lo cual me lleva más tiempo), para relajarme, dedicarme a mis prácticas brujiles, y ahora también para jugar. Y respondiendo a algunas preguntas que me hicieron de que tardo mucho en publicar, ahora saben el por qué. Prefiero hacer entradas más extensas y elaboradas a que solamente escribir una hoja así nomás y mandarla. Como sea, agradezco mucho a los que me alientan a seguir escribiendo y publicando porque les interesa leerme. Y también pido disculpas si tardo más de lo que solía tardar hace tiempo, pero como dije, se me dio ahora por hacer textos más largos.

martes, 1 de septiembre de 2020

The sands of time for me are running low...

 

Esta entrada no estaba en mis planes, pospuse la que vengo preparando pero esta me cayó de inspiración espontánea cuando me levanté. Precisamente hoy cuando agarré mi celular y vi la fecha, “1° de septiembre” y la pregunta que vi muchos hacerse agarrándose la cabeza, “¿EN QUÉ MOMENTO LLEGAMOS AL NOVENO MES DEL AÑO?”. Perdí la noción del tiempo. Entre los muchos estragos que hizo la cuarentena en mi persona (¿ya mencioné que destrozó mis horarios de sueño y descanso?), está el hecho de perder la noción del día en que vivo y los tiempos que transcurren. Y por lo que leí, somos varios los que estamos en la misma. Salvo algunas fechas particulares, estuve totalmente perdida, sin saber ni qué día ni qué número era, y mismo casi casi se me escapa saludar a un par de personas por su cumpleaños creyendo que era el día anterior a la fecha indicada. Otra cosa que me pasó hoy que me empujó a hablar de esto es que, hablando con una amiga, me hice enredo con fechas. Hablando de algo que habíamos debatido hace un tiempo le dije algo como “claro, eso que te comenté hace…” y me quedé pensando, escribiendo, antes de mandarle el mensaje “¿fue hace dos o tres meses?”, y le mandé dos y medio. Para ejemplificar un caso de los muchos que me vienen pasando.

No es algo nuevo que para muchos argentinos (digo argentinos porque acá es más común que el helado de vainilla pero tengo entendido que pasa seguido en otros lugares, particularmente en Sudamérica) es una costumbre bastante usual empezar a contar algo y decir “sí porque el otro día…” y quizás con el otro día se refiere a dos semanas, cinco meses o dos años atrás, pero en este caso no es algo intencional ni algo de costumbre, sino que realmente estoy perdida en el tiempo y no tengo noción de los hechos que pasaron en el medio. A fines de marzo seguía con los pies en la tierra, pero a partir de mediados de abril fue que todo se fue a la mierda y me terminé de perder. Esto realmente es un bajón para personas memoriosas como yo. Hay fechas imborrables –y no tanto- que recuerdo a la perfección, como bien son fechas de noviazgo, cumpleaños (y no sólo de personas cercanas a mí, recuerdo muchos cumpleaños de chicos que fueron compañeros míos de la primaria y ya ni tengo trato con ellos), recitales, eventos de gran envergadura o días especiales; recuerdo nombres de personas que no frecuento hace años (dando el ejemplo de mis compañeros de primaria por ejemplo, de sus padres o hermanos) recuerdo muchos lugares aunque no los haya frecuentado o cómo llegar a ellos por más que haya ido una sola vez; recuerdo frases y voces de personas que nos dejaron hace ya tiempo… para ejemplificar, pero sí, una de mis mejores cualidades puedo decir que es la buena memoria. Esto era común que me pasara en las vacaciones entre períodos escolares; al desacostumbrarme de escribir la fecha, llegaba un punto que me perdía en qué día vivía, y creo que en este contexto me está pasando pero peor. Realmente no quiero entrar en el círculo vicioso de decir que esta cuarentena nos está arruinando a todos y demás, pero sí, y se empieza por perderte en el día que estás. Tampoco voy a ponerme a hablar de gente de mierda, no soy bioquímica como para ponerme a analizar mierda y tampoco voy a darle un espacio que no merecen.

En fin, no quería extenderme, pero quería aunque sea dejar plasmado un mal común de este año que tan particular viene siendo. Es ahora que me acuerdo cuando todo el mundo puteaba al mes de enero diciendo que se estaba estirando más de la cuenta, que ya estaban aburridos, que quería que sea marzo para arrancar con sus actividades y creo que es la primera vez en mi vida que anhelo volver al verano y a ese mes infernal sólo para no estar encerrada y tener una vida normal... Por lo demás, espero que esta mierda termine pronto.

viernes, 28 de agosto de 2020

Let me introduce myself...

…I’m a social disease

Normalmente la gente se presenta y luego sigue con lo que iba a decir, pero como me gusta hacer las cosas al revés, calculo que ese momento es ahora. En realidad yo escribí la primera entrada asumiendo que mis viejos y asiduos lectores eran los únicos que iban a dignarse a entrar (al momento de estar escribiendo esto, tengo casi 300 vistas en mi primera entrada, lo cual supera algunas de cuando estaba más activa en mi viejo blog, y apenas lleva un par de horas de publicada, realmente me asombró), pero recibí mensajes muy lindos de gente que me sigue en instagram y que realmente no me conoce o me sigue hace muy poco, con lo cual sé que es gente que no me leía allá y hace tiempo porque no nos conocíamos. Con esto quiero decir que si ya me conocés, si ya hablamos seguido o si sos mi amigo o conocido en redes hace mucho, podrías obviar esta entrada porque no voy a contar nada que no sepas (o tal vez sí), es simplemente hacer una introducción sobre mi persona, mis gustos e historia y contar un poco de cómo soy, qué me gusta (y qué no) y qué es factible que encuentres en este blog en entradas futuras. Dicho esto, empezamos.

Muchas personas conocen mi nombre real, que no viene al caso porque no lo uso en estos medios, pero acá soy Necrópolis, Lioness o Viker, como me dicen hace ya más de 10 años (que si se lo preguntan, sí, es por Varg Vikernes, y que no, no soy asidua al black metal, es sólo el apodo que quedó de una divertida historia). En cuanto al nombre de mi blog, si bien coincide con mi signo del zodíaco, nada tiene que ver: el origen se remonta a la banda paralela de Steve Harris –British Lion- y a que cuando me hice la cuenta de instagram no sabía qué nombre ponerme. Considerando que este hombre es el gran amor de mi vida (ya les contaré de esto también) y que él es un león británico, se me ocurrió que podría ser una buena idea que yo sea la leona argentina. Nací el 18 de agosto de 1995, por lo cual a día de hoy tengo 25 años. Nací en un suburbio de Buenos Aires y me crié acá. Desde los 5 años llevo aprendiendo inglés y a día de hoy me considero fluida hablándolo (tuve la suerte de ir a estudiar a Londres y hacer un curso de idioma), además de que el 99% de la música que escucho es en ese idioma y gracias a ello llevo aprendido bastante vocabulario, y además tengo la suerte de tener contacto con personas de otras partes del mundo y me ayuda mucho con la práctica. Desde que tengo uso de razón amo dibujar, con casi cualquier material, así como pintar. Un poco más entrada en años descubrí que escribir era otra de mis grandes pasiones; desde que soy chica tengo diarios íntimos y hago diarios de viaje, luego con la llegada de Facebook solía escribir en esa sección llamada “notas” (que no sé si sigue existiendo, pero era muy popular allá por los años 2008 y 2009) y terminé de explotar ese talento con la creación de mi blogger y la compra de mi Libro de Memorias (la carpeta anillada de la que les hablé en la entrada anterior, hace poquito terminé con el primero que compré y empecé uno nuevo con el mismo espíritu. Ya les contaré más detalles de esto), aunque hoy por hoy probablemente donde más escriba es en instagram, cada tanto que me inspiro y hago posteos largos (ahí tengo límite de caracteres, acá no, porotito a favor de blogspot). Otro de mis pasatiempos favoritos es leer. Tengo una biblioteca bastante gorda y es algo que empecé gracias a los libros de Harry Potter –antes de eso, no leía ni los chistes del diario- cuando todavía era muy niña. Hoy mi escritor favorito es Eduardo Galeano (recomiendo fervientemente su obra, especialmente Mujeres) y algunos libros que me encantan que no son de su autoría son El Hombre Mediocre (de José Ingenieros, también conocido como mi libro favorito), Un mundo feliz (Aldous Huxley) y 1984 (George Orwell). Mientras escribo esto, si bien tengo la lectura un poco de lado porque me avoqué más a escribir yo, estoy leyendo More Life with Deth (David Ellefson & Thom Hazaert).

Cuando egresé del colegio secundario, empecé a estudiar veterinaria. Hice un año y dejé, al margen de los problemas personales que tuve aquel año (2014) me di cuenta que a pesar de que toda mi vida dije que quería ser veterinaria, realmente no era lo mío. Ese año a modo de esparcimiento hice un curso intensivo de inglés y rendí el FCE, que nunca me creí capaz de hacerlo. En marzo de 2015 me cambié de carrera y universidad, y en noviembre del año 2019 me recibí de abogada con una tesis que expresaba lo imperiosa que es la necesidad de crear una nueva ley que ampare a los animales de compañía por lo anticuada y desactualizada que quedó la ley que nos rige hoy en Argentina.

Otra cosa que empecé a los 5 años es hípica. Siempre me gustaron los caballos y es un deporte que practiqué hasta bastante entrados los 16 (y dejé por los horarios del colegio nomás), a pesar de haberme caído de todas las formas posibles y a muy temprana edad, nunca me separé ni me dieron ganas de abandonar. Tal es así que hasta aprendí a montar a la inglesa (las dos piernas del mismo lado del caballo). Así como con los caballos, siempre amé los perros (los gatos igual, pero tardé un tiempo en darme cuenta que así como mi madre, yo también les tengo alergia). En casa siempre tuve, excepto por un período de unos 4 o 5 años; un perrito que tenía, que de hecho era bastante nervioso, me mordió la cara, requirió intervención quirúrgica (de la mano de mi padre, médico, que fue quien me cosió sin anestesia) y me dejó una bella cicatriz (en realidad son dos, pero una sola es la más notoria). Imperceptible para el ojo normal, pero yo que me la veo todos los días me acuerdo de esa tarde bastante bien. Tuve a Timmy, un lhasa apso, por 10 años y cuando falleció fue uno de los días más tristes de mi corta vida. Desde mayo de 2016 tengo a Nerón, un labrador amarillo que quienes me siguen en instagram lo conocen y lo ven más que a mí prácticamente, aunque lo llame por sus distintos apodos: Nerito, pupi, pepino, pipi.

De chica hice más deportes y disciplinas, tanto por gusto como por el colegio: danza jazz, gimnasia artística, ballet, natación, vóley, atletismo, hockey. Con mis amigos me gustaba jugar al fútbol. Ya de grande conocí zumba antes de que se hiciera el boom masivo en que se transformó hoy. Pero mi verdadera pasión por el deporte (que no requiera de un caballo, claramente) nació hace 4 años cuando conocí el pole dance. Al principio me sentía fuera de lugar, no me salía nada y me frustraba muy rápido; veía a mis compañeras hacer movimientos, figuras y transiciones imposibles y sentía que jamás iba a llegar a ese nivel. Ahí sí que varias veces pensé en abandonar. Nunca fui ni flexible, ni fuerte, ni elástica ni nada de eso. Jamás pude pasar el pasamanos de la plaza porque nunca tuve fuerza en los brazos, ni hablar de verticales, medialunas, abrirse de piernas ni nada de eso (típicas cosas que las niñas gym hacen en los recreos de la escuela o cuando juegan con sus amigas), siempre fui un tronco de roble con buenas piernas por la hípica, pero por lo demás, tenía la elasticidad en cero. Después de mucho intentar, mucho sudor, muchos callos, moretones y muchas lágrimas también, hoy veo el enorme avance que hice. Al margen del enorme cambio físico, me siento mucho mejor conmigo misma, y eso no puede apreciarse en ningún lado. Siempre digo que ese deporte me hace sentir fuerte y hermosa a la vez, me empodera, me hace sentir bien y sexy, me da placer verme con poca ropa que por TANTO tiempo me costó, dejo todas mis preocupaciones de lado y en la clase me conecto conmigo misma. Me dejo llevar, y por más que muchas veces me cueste hacer determinadas cosas, el gozo de progresar poco a poco me llena el alma, de la mano de dos profesoras que valen oro. Lógicamente ahora con esta cuarentena de mierda que seguimos transitando no pude continuar con las clases (ya que tristemente no tengo pole en mi casa) pero seguí tomando clases de flexibilidad y me asombra ver de lo que es capaz mi cuerpo. Me veo en fotos y videos y no me reconozco (para bien), y de marzo a hoy es increíble el cambio que veo y siento. En algún futuro me gustaría probar con las danzas árabes y el esgrima, pero para hablar de sueños pendientes tendremos otro espacio.

Como dije en mi entrada anterior, por mucho tiempo no me llamé a mi misma como feminista porque estaba creída que eso significaba “el machismo de las mujeres”, pero eso fue cambiando gradualmente entre los años 2014 y 2015. Además de las amargas vivencias que me tocaron atravesar, en base a leer, informarme y hablar con otras mujeres que transitaban lo mismo que yo, me di cuenta que sí, que ese era el buen camino. Me hizo conocer a personas increíbles y me ayudó a ponerle un nombre a mis ideales, experiencias e ideas. Me hizo dar cuenta de lo equivocada que estuve tanto tiempo al mantenerme ajena a ese mundo, y a la vez así fue como descubrí que a veces sanar heridas empieza hablando de corazón con una amiga sorora. Muchos lo ven como una moda, un chiste o incluso lo limitan al color de un pañuelo, pero les aseguro que es muchísimo más que eso. Es la herramienta que me salvó la vida y de situaciones tóxicas y peligrosas más de una vez. Y no, tranquilos, no soy una iglesia evangélica lava cerebros tratando de convencerlos de seguir por el camino correcto, sólo es mi experiencia contándoles que yo antes también estaba en la vereda de enfrente y me la terminé dando por las malas. Obvio que me hubiera gustado conocer este ámbito con una buena experiencia, pero una vez leí que las mierdas que nos pasan en la vida, nos sirven de abono para plantar un porvenir mejor, y así fue.

En ese camino de redescubrimiento y encontrar cosas que me sanaron, encontré la religión. Si bien fui criada en el cristianismo, fui bautizada, tomé la comunión y fui a una secundaria religiosa (donde me di cuenta efectivamente que esa religión es un circo de mentiras), yo nunca me sentí cómoda ahí. No era para mí. Menos después de saber que el cristianismo se basa en el odio, la misoginia, la pedofilia, la homofobia y demás crueldades ilógicas en nombre de un dios que no existe. La religión que sigo yo se llama Satanismo Laveyano (no me voy a extender en explicar acá, para algo está nuestro bello amigo google) y al margen de eso incursioné en la brujería. Hace ya muchos años que sentí esa “señal”, el “llamado” como le dicen y formalmente soy bruja hace unos 5 años. Tampoco quiero hablar mucho de esto acá, ni dar tantos detalles de un tema que es delicado y entre personas que ignoran el tema puede sonar intimidante o atemorizante, pero respondiendo a las preguntas estúpidas que me suelen hacer muchos, no, jamás embrujé a nadie, no hago sacrificios de animales, no hago que el amor de tu vida se enamore de vos ni traigo de vuelta a los muertos de sus tumbas. Soy una bruja que forja su propio camino con sus propias vivencias, tengo mi propio libro de las sombras artesanal físico y tengo también un tumblr de brujería donde de tanto en tanto recopilo datos y cosas que me interesan, y en caso de que quieras pispearlo y saber un poco más, hacé click acá.

Ahora, si tengo que hablar de otra de mis mayores y más grandes pasiones, llega la música. No es difícil deducir, quizá por la estética o por algunos de mis tatuajes, que soy del palo del heavy metal. Don’t take me wrong, no soy una cerrada cabeza de termo, pero sí es el género que más escucho y más me mueve. Mi banda favorita es Metallica, la responsable de que yo hoy sea lo que soy, la primera banda del palo que me enamoró y como voy a decir siempre, mi primer gran amor. Le siguen otras como Iron Maiden, Megadeth, Ozzy Osbourne, Helloween, Bon Jovi, Guns n Roses… También escucho cosas un poco más clásicas como Queen, AC/DC y The Rolling Stones, y por otro lado bandas del estilo de Nickelback, Oasis y Coldplay. Si a alguien le interesa sacarse la duda y saber un poco más, haciendo click acá vas a ir a mi lista de reproducción predilecta que armé en Spotify. Tengo un par más pero esa es mi lista comodín, la de “todos los días”. Un toque más arriba mencioné el tema de los tatuajes, y esa es otra cosa que me encanta: las modificaciones corporales. Si bien con el paso de los años fui cambiando mucho de opinión respecto a este tema (de chica decía que jamás iba a hacerme perforaciones faciales ni tatuajes en los brazos o lugares visibles), hoy estoy muy conforme con las que tengo. Mientras escribo esto tengo 18 perforaciones y 16 tatuajes. En caso de que se lo pregunten, sí, todos y cada uno de ellos tienen un significado y una historia detrás, son una partecita de mi historia que me decidí a plasmar en el cuerpo. Cuando llegué a la mayoría de edad me hice el primero: el logo de Metallica (porque claramente, no me lo pude hacer antes). Mis padres contrariados (DETESTAN todo lo que sea piercings, tatuajes, expansiones y modificaciones del estilo) me lo terminaron regalando como regalo de los 18. Pero resulta que ese tatuaje lo craneé cuando tenía 10 años. A los 16 se lo planteé a mi mamá, que me dijo que tenía que esperar a los 18. Cuando llegó el día me dijo que hable con mi papá (generalmente esta cadena de peticiones terminaba en una negativa rotunda), pero considerando que aun siendo mayor les estaba “pidiendo permiso” terminaron accediendo. Me acuerdo que mi mamá me dijo “es el primer tatuaje que te hacés, y el último”. Sí claro. Y ya que hablé de música y tatuajes, combinando estos dos ítems me remito al último (así no se hace más largo… bueno las pelotas, ya es largo pero ustedes me entienden) del cual me suelen preguntar mucho una vez que ojean mi feed de instagram…

Probablemente lo más extraño, hermoso y fuera de lo común que me pasó en la vida es esto que les voy a contar, que de todas formas lo conté mil veces pero porque de verdad me hace muy feliz. Hay gente que dice que tengo suerte cuando voy a buscar a determinados músicos a hoteles y consigo fotos y firmas; más que suerte es constancia y voluntad, además de tiempo, pero esto no se le acerca ni por poco. Con esto conseguí muchísimo más por muchísimo menos. Soy amiga de David Ellefson, conocido por ser el bajista y co-fundador de Megadeth. Lo que empezó siendo un intercambio ida y vuelta de mails en el año 2012, terminó en charlas de whatsapp e instagram prácticamente todos los días. Obviamente también voy a contarles esto con más detalle más adelante, pero como cuando alguien nuevo me empieza a seguir, ve mis fotos o mis historias destacadas, lo cuento, así como cuando subo fotos a historias. Es usual que me llegue la pregunta de “¿y cómo hiciste para pegar onda con él?” o “¿cómo es que te hiciste tan cercana?”. A su tiempo, lo comento en un minuto y así nomás, pero para quienes no me conocen sepan un poquito más de mí. A lo que iba, el tipo no es simplemente un músico con el que hablo de vez en cuando, realmente tenemos una relación muy bonita y de muchísima confianza, somos muy cercanos y hablamos de absolutamente todo. Nos contamos todo y siempre que necesito una palabra de guía, ayuda o consejo, sé que cuento con él. Hace tres años me tatué su firma en la muñeca izquierda, y hace un año le anexé una frase de uno de mis temas favoritos que él escribió y representa nuestra relación en su máximo esplendor: “I know that somewhere, someone hears my voice”. Realmente es alguien a quien le tengo muchísimo aprecio, le debo mucho y me llena el alma desde que lo conozco. Ya contaré cómo es que pasó (a día de hoy todavía me cuesta un poco creerlo), pero sepan que es una persona que tengo muy presente en mi vida, y lo lindo de esto es que es algo recíproco.

En fin, creo que hasta acá llegué. Me cebé un poco pero si quería hacer una introducción como se debe, no tenía que pasarme ningún detalle por alto. Ya vieron qué cosas son las que me interesan y de qué es más factible que escriba. Puede surgir alguna noticia o algo de actualidad que, como bien hice siempre en twitter, acá puedo hacer una crítica, una reflexión o simplemente dar mi punto de vista. Creo que nunca en mis años de blogger había escrito algo tan pero TAN largo (hasta acá llevo 9 hojas de Word), pero supongo que también, además de estar hablando de algo que conozco a la perfección, es la libertad y el placer de no tener topes ni límites de caracteres. Seguramente arranque varios bostezos o haya gente que se canse a la mitad (o a los dos renglones), pero como dije antes de empezar con el blog, esto es en primer lugar algo de mí y para mí. Elijo compartirlo porque puedo, pero tampoco puedo estar pendiente de que a alguien no le guste o se queje de la extensión de mis textos. Esto es hermoso, es mío y me abro a ustedes. Hasta acá llego, mientras ando preparando las futuras entradas que iré subiendo con los días. Gracias por leer.


jueves, 27 de agosto de 2020

Hello me, it's me again

 

Luego de ver muchos videos sobre una de mis nuevas pasiones –que en realidad no es nueva, sino que ahora tiene “nombre y apellido” (el journaling) cito una de las frases que más escuché mencionar: “qué intimidante es ver un cuaderno nuevo y en blanco”. Qué tontería, pensé, ¿cómo te puede producir algo una libreta sin llenar? Y ahora entiendo lo que dicen. Me está pasando eso. “Qué intimidante es un blog vacío”. MI blog vacío. Arrancando de cero. Salvando las distancias es tener la imagen de la casa de tus sueños y apenas tener un terreno comprado con 10 ladrillos.

Después de muchas idas y venidas acá me encuentro de nuevo, escribiendo para mi página como la adolescente que fui allá y hace tiempo. Hace mucho que no tenía la oportunidad de sentarme frente a una computadora por placer; en noviembre del año pasado presenté mi tesis universitaria, la cual venía trabajando aproximadamente desde junio, y realmente no podría explicarles la de horas que me pasé recopilando datos, información, entrevistas, videos, leyes, notas y noticias para poder armarla bien. Entendemos que una persona va a la universidad por gusto, pero a lo que voy: escribir una tesis NO es placentero como escribir en tu bitácora. Claramente no. Sigo.

Para los que desconocían, paso a contarles. Durante 5 años tuve un blogger. Al principio escribía prácticamente todos los días, y de temas muy variados (eso lo hice siempre en realidad, corro con la ventaja de no ser monotemática), subía fotos mías o de los músicos que me gustaban, canciones, reflexiones, micro relatos, ficciones y algo también que me encantaba hacer era contar cómo me sentía o momentos que estaba atravesando con historias y personajes (además de, claramente, fragmentos o frases de determinadas canciones). La primera entrada de ese blog data del 31 de mayo de 2010. A fucking long time ago. No les voy a mentir, me estoy tardando en subir esta entrada porque cada tanto corto y me voy al archivo de mi viejo blog, pispeo qué me pasaba, qué pensaba y cómo me sentía hace 10 años. Francamente no me acordaba de un MONTÓN de cosas y tenía entradas totalmente anuladas de mi memoria, pero de otras me acuerdo como si fuera ayer cuando las escribí. Ya por entonces me manifestaba a favor del matrimonio gay, el aborto y alguna otra cuestión hoy por hoy controversial, pero no me consideraba ni me llamaba a mí misma feminista porque tenía la errónea creencia de que era “el machismo pero al revés”. Me la pasaba sufriendo por amor (inocente palomita) porque mi orgulloso trasero leonino me corre con el defecto de ser enamoradiza, inclusive cuando era así de pendejita. Tenía muy poco amor propio y todavía menos autoestima, nunca lo manifestaba (si algunos se fijan, quizá lo manifesté con canciones, pero no era de hablar abiertamente de estas cosas porque #debilidades), aunque calculo que a todas nos pasó aunque sea una vez en la adolescencia. En mi caso, todos los días. Añoraba tener mi propia guitarra porque por entonces no sabía que era pésima para la música, igual que un caballo, porque la hípica era mi más ferviente pasión. Logré sólo una de esas cosas, como regalo a los 15 años, les dejo adivinar cuál fue.

La creación de ese blog me salvó en varios aspectos, y me hizo conocerme un poco más conmigo misma, además de compartir mis vivencias y saber si a alguien más le pasaba lo mismo, si opinaban lo mismo, si lo vivían igual. Pero por sobre todas las cosas, explotó mi lado creativo. Toda mi vida dibujé, me faltaba el aspecto de la escritura. Y puedo decirles que me desvivía por ello. Me esmeraba en buscar las mejores fotos, editaba todos y cada uno de los textos, les daba formato, color, variaba en las fuentes, a las canciones les agregaba imágenes ilustrativas (así como a la mayoría de mis ficciones y relatos), igual que cuando escribía algún que otro tema de actualidad (las entradas que más me llevaron en esto diría que fueron las CINCO entregas de Countdown to Extinction, donde hablaba del egoísmo del ser humano y los estragos que ocasiona en el medio ambiente y en las formas de vida que hay en él). Podría decir que por aquellos bellos y lejanos años ese blog era mi vida. Cuando mis amigos estaban interesados en empezar a ir a matiné, que se morían de ganas de ir a bailar, a mí no me llamaba ni un poco la atención. Todos esos fines de semana, me quedaba en casa escribiendo (sumando que, me creé esa página casi en las vacaciones de invierno de aquel año, por lo cual invertía más tiempo de lo habitual ya que no tenía que ir al colegio, y como no me había llevado nunca una materia, tampoco tenía que estudiar para rendir previas), buscando y guardando fotos para mis futuros escritos, o mismo haciéndolas yo, buscando ideas y temáticas para expresarme, inventándome personajes para contar mi realidad de otra forma. Era mi estilo de vida. Hasta que…

El inicio a clases me partió al medio, no sólo porque estaba MUY inspirada y con excesivas ganas de escribir, sino porque también acá en casa tenía que dedicarle menos tiempo a la escritura de esparcimiento y más a las cosas del colegio. El año 2010 fue el que supera ampliamente al resto en número de entradas (247) y solamente en agosto publiqué 63. Fue por eso que al mes siguiente se me ocurrió comprar una carpeta anillada donde me dedicaría a escribir mientras estaba en el colegio y la inspiración espontánea atacaba (ya hablaremos de esta carpeta más adelante), y además donde volqué, a modo de borrador, muchos de los textos y series que terminaron volcadas más tarde en blogger.

No voy a hacer un resumen de lo que fue la vida útil de ese blog –aunque creo que ya quedó claro- pero sí digo que fue una época muy linda aunque durante un tiempo me sentí ajena a la escritura. Traspasé algunos episodios que me drenaron la energía, no tenía ganas ni inspiración, sumando a que mi computadora de por entonces fallaba y que ya estaba en la facultad (y avocándome a redes como twitter o instagram donde escribía igual pero con limitaciones), tampoco quería dedicar mi poco tiempo libre a algo que no fuera dormir o verme con mis amistades. Ahora, la pregunta que me hice y que las pocas personas a las que les comenté mi vuelta a blogger me repitieron: entonces, ¿por qué no seguí escribiendo en mi antiguo blog en vez de abrirme este nuevo (al margen de que también posteriormente me abrí un tumblr, pero no me hallé con el mismo y simplemente lo abandoné después de escasos meses)? Digamos que hubo también eventos muy amargos que me hicieron cerrar así, de golpe, esa etapa. La última entrada de mi blog tiene fecha el 12 de julio de 2015 (la única que publiqué ese año). En ella hablo de la muerte de un compañero mío del colegio. Asesinado en ocasión de robo. Tenía el alma rota y así como cuando despedí a mi abuela y a algunas otras personas a las que quise mucho, necesitaba rendirle un pequeño homenaje desde mi lugar. Eso, sumado a mi incursión en una nueva universidad, no tener una computadora personal (no, no dejo mis escritos guardados en cualquier lado) y escribir cosas más cortas y resumidas en instagram donde tenía más llegada, asumí que daba por finalizada mi época blogger, o por lo menos, que así tenía que cerrar mi antiguo blog. Lógicamente me hubiera gustado escribir algo más alegre (me hubiera encantado no tener que escribir sobre la muerte de un ex compañero a tan temprana edad), pero nunca se me dio la oportunidad. No me “despedí”, aunque hoy por hoy sigue abierto y tal cual lo dejé la última vez que lo edité y le agregué fotos y colores. Más que cerrar un capítulo, considero que esto fue como terminar un libro y empezar otro. Cosas distintas, tiempos distintos, cabezas distintas, la misma persona y mente creativa detrás.

Así que acá emprendo este viaje, que espero no termine. Me había olvidado de lo hermosa que es la libertad de escribir sin un máximo o límite de caracteres, poder escribir libremente sin censura y expresarme tal y como se me antoja sin que ningún administrador gorra me baje publicaciones u opiniones por considerarlas de alguna forma “indecorosas”. Obviamente no voy a publicar con tanta frecuencia como en aquellos tiempos y no será el mismo tipo de contenido, acá vengo a plasmar un pedacito de lo que soy y de mi pasión; de lo que hago hace tiempo con la oportunidad de compartirlo, ya que la llegada en una página de internet obviamente no es la misma que en una carpeta anillada…

Por último pero no menos importante, quiero agradecer a las personas que me animaron a armarme este nuevo espacio, antiguos lectores de aquel blog y lectores actuales que me leen y siguen en plataformas reducidas. Probablemente si no hubiera tenido tanto apoyo y tan lindas palabras de aliento, yo no estaría acá escribiendo esto. Les agradezco de corazón, espero no decepcionarlos. No sé si tanto, sólo espero que les guste, así como a mí me va a gustar publicar… al final aunque sea ALGO bueno iba a sacar de esta pandemia de mierda. Sin más, me despido y le doy la bienvenida a mi nueva aventura blogger.