…I’m a
social disease
Normalmente la gente se presenta y luego sigue con lo que iba a
decir, pero como me gusta hacer las cosas al revés, calculo que ese momento es
ahora. En realidad yo escribí la primera entrada asumiendo que mis viejos y
asiduos lectores eran los únicos que iban a dignarse a entrar (al momento de estar escribiendo esto, tengo casi 300
vistas en mi primera entrada, lo cual supera algunas de cuando estaba más
activa en mi viejo blog, y apenas lleva un par de horas de publicada, realmente
me asombró), pero recibí mensajes muy lindos de gente que me sigue en
instagram y que realmente no me conoce o me sigue hace muy poco, con lo cual sé
que es gente que no me leía allá y hace tiempo porque no nos conocíamos. Con
esto quiero decir que si ya me conocés, si ya hablamos seguido o si sos mi
amigo o conocido en redes hace mucho, podrías obviar esta entrada porque no voy
a contar nada que no sepas (o tal vez sí), es simplemente hacer una
introducción sobre mi persona, mis gustos e historia y contar un poco de cómo
soy, qué me gusta (y qué no) y qué es factible que encuentres en este blog en
entradas futuras. Dicho esto, empezamos.
Muchas personas conocen mi nombre real, que no viene al caso
porque no lo uso en estos medios, pero acá soy Necrópolis, Lioness o Viker,
como me dicen hace ya más de 10 años (que si se lo preguntan, sí, es por Varg
Vikernes, y que no, no soy asidua al black metal, es sólo el apodo que quedó de
una divertida historia). En cuanto al nombre de mi blog, si bien coincide con
mi signo del zodíaco, nada tiene que ver: el origen se remonta a la banda
paralela de Steve Harris –British Lion- y a que cuando me hice la cuenta de
instagram no sabía qué nombre ponerme. Considerando que este hombre es el gran
amor de mi vida (ya les contaré de esto también) y que él es un león británico,
se me ocurrió que podría ser una buena idea que yo sea la leona argentina. Nací
el 18 de agosto de 1995, por lo cual a día de hoy tengo 25 años. Nací en un
suburbio de Buenos Aires y me crié acá. Desde los 5 años llevo aprendiendo
inglés y a día de hoy me considero fluida hablándolo (tuve la suerte de ir a
estudiar a Londres y hacer un curso de idioma), además de que el 99% de la
música que escucho es en ese idioma y gracias a ello llevo aprendido bastante
vocabulario, y además tengo la suerte de tener contacto con personas de otras
partes del mundo y me ayuda mucho con la práctica. Desde que tengo uso de razón
amo dibujar, con casi cualquier material, así como pintar. Un poco más entrada
en años descubrí que escribir era otra de mis grandes pasiones; desde que soy
chica tengo diarios íntimos y hago diarios de viaje, luego con la llegada de
Facebook solía escribir en esa sección llamada “notas” (que no sé si sigue
existiendo, pero era muy popular allá por los años 2008 y 2009) y terminé de
explotar ese talento con la creación de mi blogger y la compra de mi Libro de
Memorias (la carpeta anillada de la que les hablé en la entrada anterior, hace
poquito terminé con el primero que compré y empecé uno nuevo con el mismo
espíritu. Ya les contaré más detalles de esto), aunque hoy por hoy
probablemente donde más escriba es en instagram, cada tanto que me inspiro y
hago posteos largos (ahí tengo límite de caracteres, acá no, porotito a favor
de blogspot). Otro de mis pasatiempos favoritos es leer. Tengo una biblioteca
bastante gorda y es algo que empecé gracias a los libros de Harry Potter –antes
de eso, no leía ni los chistes del diario- cuando todavía era muy niña. Hoy mi
escritor favorito es Eduardo Galeano (recomiendo fervientemente su obra,
especialmente Mujeres) y algunos libros que
me encantan que no son de su autoría son El Hombre
Mediocre (de José Ingenieros, también conocido como mi libro favorito), Un mundo feliz (Aldous Huxley) y 1984 (George Orwell). Mientras escribo esto, si
bien tengo la lectura un poco de lado porque me avoqué más a escribir yo, estoy
leyendo More Life with Deth (David Ellefson
& Thom Hazaert).
Cuando egresé del colegio secundario, empecé a estudiar
veterinaria. Hice un año y dejé, al margen de los problemas personales que tuve
aquel año (2014) me di cuenta que a pesar de que toda mi vida dije que quería
ser veterinaria, realmente no era lo mío. Ese año a modo de esparcimiento hice
un curso intensivo de inglés y rendí el FCE, que nunca me creí capaz de
hacerlo. En marzo de 2015 me cambié de carrera y
universidad, y en noviembre del año 2019 me recibí de abogada con una tesis que
expresaba lo imperiosa que es la necesidad de crear una nueva ley que ampare a
los animales de compañía por lo anticuada y desactualizada que quedó la ley que
nos rige hoy en Argentina.
Otra cosa que empecé a los 5 años es hípica. Siempre me
gustaron los caballos y es un deporte que practiqué hasta bastante entrados los
16 (y dejé por los horarios del colegio nomás), a pesar de haberme caído de
todas las formas posibles y a muy temprana edad, nunca me separé ni me dieron
ganas de abandonar. Tal es así que hasta aprendí a montar a la inglesa (las dos
piernas del mismo lado del caballo). Así como con los caballos, siempre amé los
perros (los gatos igual, pero tardé un tiempo en darme cuenta que así como mi
madre, yo también les tengo alergia). En casa siempre tuve, excepto por un
período de unos 4 o 5 años; un perrito que tenía, que de hecho era bastante
nervioso, me mordió la cara, requirió intervención quirúrgica (de la mano de mi
padre, médico, que fue quien me cosió sin anestesia) y me dejó una bella
cicatriz (en realidad son dos, pero una sola es la más notoria). Imperceptible
para el ojo normal, pero yo que me la veo todos los días me acuerdo de esa
tarde bastante bien. Tuve a Timmy,
un lhasa apso, por 10 años y cuando falleció fue uno de los días más tristes de
mi corta vida. Desde mayo de 2016 tengo a Nerón,
un labrador amarillo que quienes me siguen en instagram lo conocen y lo ven más
que a mí prácticamente, aunque lo llame por sus distintos apodos: Nerito, pupi,
pepino, pipi.
De chica hice más deportes y disciplinas, tanto por gusto como
por el colegio: danza jazz, gimnasia artística, ballet, natación, vóley,
atletismo, hockey. Con mis amigos me gustaba jugar al fútbol. Ya de grande
conocí zumba antes de que se hiciera el boom masivo en que se transformó hoy. Pero mi verdadera pasión por el deporte (que no
requiera de un caballo, claramente) nació hace 4
años cuando conocí el pole dance. Al principio me sentía fuera de lugar,
no me salía nada y me frustraba muy rápido; veía a mis compañeras hacer
movimientos, figuras y transiciones imposibles y sentía que jamás iba a llegar
a ese nivel. Ahí sí que varias veces pensé en abandonar. Nunca fui ni flexible,
ni fuerte, ni elástica ni nada de eso. Jamás pude pasar el pasamanos de la
plaza porque nunca tuve fuerza en los brazos, ni hablar de verticales,
medialunas, abrirse de piernas ni nada de eso (típicas cosas que las niñas gym
hacen en los recreos de la escuela o cuando juegan con sus amigas), siempre fui
un tronco de roble con buenas piernas por la hípica, pero por lo demás, tenía
la elasticidad en cero. Después de mucho intentar, mucho sudor, muchos callos,
moretones y muchas lágrimas también, hoy veo el enorme avance que hice. Al
margen del enorme cambio físico, me siento mucho mejor conmigo misma, y eso no
puede apreciarse en ningún lado. Siempre digo que ese deporte me hace
sentir fuerte y hermosa a la vez, me empodera, me hace sentir bien y sexy, me
da placer verme con poca ropa que por TANTO tiempo me costó, dejo todas mis
preocupaciones de lado y en la clase me conecto conmigo misma. Me dejo llevar,
y por más que muchas veces me cueste hacer determinadas cosas, el gozo de
progresar poco a poco me llena el alma, de la mano de dos profesoras que valen
oro. Lógicamente ahora con esta cuarentena de mierda que seguimos transitando
no pude continuar con las clases (ya que tristemente no tengo pole en mi casa)
pero seguí tomando clases de flexibilidad y me asombra ver de lo que es capaz
mi cuerpo. Me veo en fotos y videos y no me reconozco (para bien), y de marzo a
hoy es increíble el cambio que veo y siento. En algún futuro me gustaría probar
con las danzas árabes y el esgrima, pero para hablar de sueños pendientes
tendremos otro espacio.
Como dije en mi entrada anterior, por
mucho tiempo no me llamé a mi misma como feminista porque estaba creída que eso
significaba “el machismo de las mujeres”, pero eso fue cambiando
gradualmente entre los años 2014 y 2015. Además de las amargas vivencias que me
tocaron atravesar, en base a leer, informarme y hablar con otras mujeres que
transitaban lo mismo que yo, me di cuenta que sí, que ese era el buen camino.
Me hizo conocer a personas increíbles y me ayudó a ponerle un nombre a mis
ideales, experiencias e ideas. Me hizo dar cuenta de lo equivocada que estuve
tanto tiempo al mantenerme ajena a ese mundo, y a la vez así fue como descubrí
que a veces sanar heridas empieza hablando de corazón con una amiga sorora.
Muchos lo ven como una moda, un chiste o incluso lo limitan al color de un pañuelo,
pero les aseguro que es muchísimo más que eso. Es la herramienta que me salvó
la vida y de situaciones tóxicas y peligrosas más de una vez. Y no, tranquilos,
no soy una iglesia evangélica lava cerebros tratando de convencerlos de seguir
por el camino correcto, sólo es mi experiencia contándoles que yo antes también
estaba en la vereda de enfrente y me la terminé dando por las malas. Obvio que
me hubiera gustado conocer este ámbito con una buena experiencia, pero una vez
leí que las
mierdas que nos pasan en la vida, nos sirven de abono para plantar un porvenir
mejor, y así fue.
En ese camino de redescubrimiento y encontrar cosas que me
sanaron, encontré la religión. Si bien fui criada en el cristianismo, fui
bautizada, tomé la comunión y fui a una secundaria religiosa (donde me di
cuenta efectivamente que esa religión es un circo de mentiras), yo nunca me
sentí cómoda ahí. No era para mí. Menos después de saber que el cristianismo se
basa en el odio, la misoginia, la pedofilia, la homofobia y demás crueldades
ilógicas en nombre de un dios que no existe. La religión que sigo yo se llama Satanismo Laveyano (no me voy a
extender en explicar acá, para algo está nuestro bello amigo google) y al
margen de eso incursioné en la brujería.
Hace ya muchos años que sentí esa “señal”, el “llamado” como le dicen y
formalmente soy bruja hace unos 5 años. Tampoco quiero hablar mucho de esto
acá, ni dar tantos detalles de un tema que es delicado y entre personas que
ignoran el tema puede sonar intimidante o atemorizante, pero respondiendo a las
preguntas estúpidas que me suelen hacer muchos, no, jamás embrujé a nadie, no hago sacrificios de animales, no hago que el
amor de tu vida se enamore de vos ni traigo de vuelta a los muertos de sus
tumbas. Soy una bruja que forja su propio camino con sus propias vivencias,
tengo mi propio libro de las sombras artesanal físico y tengo también un tumblr
de brujería donde de tanto en tanto recopilo datos y cosas que me interesan, y
en caso de que quieras pispearlo y saber un poco más, hacé click acá.
Ahora, si tengo que hablar de otra de mis mayores y más grandes
pasiones, llega la música. No es difícil deducir, quizá por la estética o por
algunos de mis tatuajes, que soy del palo del heavy metal. Don’t take me wrong,
no soy una cerrada cabeza de termo, pero sí es el género que más escucho y más
me mueve. Mi banda favorita es Metallica, la responsable de que yo hoy sea lo
que soy, la primera banda del palo que me enamoró y como voy a decir siempre,
mi primer gran amor. Le siguen otras como Iron Maiden, Megadeth, Ozzy
Osbourne, Helloween, Bon Jovi, Guns n Roses… También escucho cosas un poco más
clásicas como Queen, AC/DC y The Rolling Stones, y por otro lado bandas del
estilo de Nickelback, Oasis y Coldplay. Si a alguien le interesa sacarse la
duda y saber un poco más, haciendo click acá vas a
ir a mi lista de reproducción predilecta que armé en Spotify. Tengo un par más
pero esa es mi lista comodín, la de “todos los días”. Un toque más arriba
mencioné el tema de los tatuajes, y esa es otra cosa que me encanta: las
modificaciones corporales. Si bien con el paso de los años fui cambiando mucho
de opinión respecto a este tema (de chica decía que jamás iba a hacerme
perforaciones faciales ni tatuajes en los brazos o lugares visibles), hoy estoy
muy conforme con las que tengo. Mientras escribo esto
tengo 18 perforaciones y 16 tatuajes. En caso de que se lo pregunten,
sí, todos y cada uno de ellos tienen un significado y una historia detrás,
son una partecita de mi historia que me decidí a plasmar en el cuerpo. Cuando
llegué a la mayoría de edad me hice el primero: el logo de Metallica (porque
claramente, no me lo pude hacer antes). Mis padres contrariados (DETESTAN todo
lo que sea piercings, tatuajes, expansiones y modificaciones del estilo) me lo
terminaron regalando como regalo de los 18. Pero resulta que ese tatuaje lo
craneé cuando tenía 10 años. A los 16 se lo planteé a mi mamá, que me dijo que
tenía que esperar a los 18. Cuando llegó el día me dijo que hable con mi papá
(generalmente esta cadena de peticiones terminaba en una negativa rotunda),
pero considerando que aun siendo mayor les estaba “pidiendo permiso” terminaron
accediendo. Me acuerdo que mi mamá me dijo “es el primer tatuaje que te hacés,
y el último”. Sí claro. Y ya que
hablé de música y tatuajes, combinando estos dos ítems me remito al último (así
no se hace más largo… bueno las pelotas, ya es largo pero ustedes me entienden)
del cual me suelen preguntar mucho una vez que ojean mi feed de instagram…
Probablemente lo más extraño, hermoso y fuera de lo común que
me pasó en la vida es esto que les voy a contar, que de todas formas lo conté
mil veces pero porque de verdad me hace muy feliz. Hay gente que dice que tengo
suerte cuando voy a buscar a determinados músicos a hoteles y consigo fotos y
firmas; más que suerte es constancia y voluntad, además de tiempo, pero esto no
se le acerca ni por poco. Con esto conseguí muchísimo más por muchísimo menos. Soy amiga de David Ellefson, conocido por ser el bajista y
co-fundador de Megadeth. Lo que empezó siendo un intercambio ida y
vuelta de mails en el año 2012, terminó en charlas de whatsapp e instagram
prácticamente todos los días. Obviamente también voy a contarles esto con más
detalle más adelante, pero como cuando alguien nuevo me empieza a seguir, ve
mis fotos o mis historias destacadas, lo cuento, así como cuando subo fotos a
historias. Es usual que me llegue la pregunta de “¿y cómo hiciste para pegar
onda con él?” o “¿cómo es que te hiciste tan cercana?”. A su tiempo, lo comento
en un minuto y así nomás, pero para quienes no me conocen sepan un poquito más
de mí. A lo que iba, el tipo no es simplemente un músico con el que hablo de
vez en cuando, realmente tenemos una relación muy bonita y de muchísima
confianza, somos muy cercanos y hablamos de absolutamente todo. Nos contamos todo y siempre que necesito una palabra de guía,
ayuda o consejo, sé que cuento con él. Hace tres años me tatué su firma en la
muñeca izquierda, y hace un año le anexé una frase de uno de mis temas
favoritos que él escribió y representa nuestra relación en su máximo esplendor:
“I know that somewhere, someone hears my voice”.
Realmente es alguien a quien le tengo muchísimo aprecio, le debo mucho y me
llena el alma desde que lo conozco. Ya contaré cómo es que pasó (a día de hoy
todavía me cuesta un poco creerlo), pero sepan que es una persona que tengo muy
presente en mi vida, y lo lindo de esto es que es algo recíproco.
En fin, creo que hasta acá llegué. Me cebé un poco pero si
quería hacer una introducción como se debe, no tenía que pasarme ningún detalle
por alto. Ya vieron qué cosas son las que me interesan y de qué es más factible
que escriba. Puede surgir alguna noticia o algo de actualidad que, como bien
hice siempre en twitter, acá puedo hacer una crítica, una reflexión o
simplemente dar mi punto de vista. Creo que nunca
en mis años de blogger había escrito algo tan pero TAN largo (hasta acá llevo 9
hojas de Word), pero supongo que también, además de estar hablando de algo que
conozco a la perfección, es la libertad y el
placer de no tener topes ni límites de caracteres. Seguramente arranque
varios bostezos o haya gente que se canse a la mitad (o a los dos renglones),
pero como dije antes de empezar con el blog, esto es en primer lugar algo de mí
y para mí. Elijo compartirlo porque puedo, pero tampoco puedo estar pendiente
de que a alguien no le guste o se queje de la extensión de mis textos. Esto es
hermoso, es mío y me abro a ustedes. Hasta acá llego, mientras ando preparando
las futuras entradas que iré subiendo con los días. Gracias por leer.