Quienes me conocen lo
saben bien y para los que no se los comento: nunca
jamás desde que soy chica que me considero una persona optimista. Es
algo que siempre odié de la filosofía Disney, que siempre todo es color de rosa
y que siempre todo va a salir bien de alguna forma u otra. Me huele a hipócrita
y una falsedad inconmensurable, tanto positivismo y dar la falsa imagen de
espíritu alegre y optimista me da asco. Siempre fui una mina seca con los pies
sobre la tierra, porque tampoco es que veía todo negro. Siempre fui una persona
más bien realista; veo las cosas
como son y no trato de encontrarle el lado brillante a todo. Si siguen leyendo
van a ver que por esta mera vez, hice una excepción (pasa que, originalmente
iba a tratar sólo aspectos positivos). Con esto quiero decir que, en el
contexto que todo el mundo está viviendo (y que acá en Argentina parece más
infinito que las camadas de políticos mentirosos) desde mi humilde lugar ya
tengo los aspectos del mismo analizados. Los buenos,
los malos y los feos. Visto y considerando que para cosas tristes y
negativas tenemos 24/7 noticieros monotemáticos, portales de noticias, redes
sociales y el boca en boca, decidí dejar de leer, ver y hablar del tema.
Informarse está bien, porque nunca va a ser algo bueno mantenerse ignorante y
sentir que estás viviendo en un frasco de mermelada, pero me parece un extremo para nada sano estar pendiente de
las personas que enferman o fallecen, de lo que tal especialista o cual
mandatario dice o hace, preocupando e invadiendo con paranoia a la masa tonta y
asustadiza (que ya hace 6 meses viene arrastrando esto). Quiero decir,
sí, esto es una mierda, sí, hay gente que perdió su trabajo, gran poder
adquisitivo y cayó en la línea de pobreza, sí, hay gente que falleció y se
deprimió, pero no es lo que quiero tratar acá ni es el punto de la entrada.
Perdón pero me fui un poco por las ramas. Acá vengo a contar mi experiencia,
cómo yo lo vengo pasando y lo que realmente quería transmitir.
Quiero empezar por lo
menos placentero, pero no me quiero enfocar mucho en esto tampoco. Les cuento,
los aspectos malos y feos en lo que a mí respecta. Lógicamente
extraño a todo el mundo y mi vida normal (no hay mentira más grande que
llamar a este contexto “nueva normalidad”). Extraño poder saludar con un beso y
un abrazo a un amigo o amiga que no veo hace mucho, compartir una cerveza o un
café, escuchar sus voces o risas en vivo y en directo, salir a la noche, poder
pasear a Nerón sin estar pendiente de barbijos o distancias, ir al cine, de
compras o simplemente a la plaza a mirar las nubes con buena compañía. En un
mundo tan digitalizado como este (lo cual ahora demostró ser una gran ventaja)
perdimos la poca posibilidad de contacto humano que teníamos. A su vez, esta
mierda de cuarentena me truncó la búsqueda laboral.
Recién recibida y no tengo oportunidad de trabajar, es más: ni siquiera tengo
el título en mi poder porque claro, las universidades están cerradas. Perdí la
posibilidad de ir a entrenar como estaba acostumbrada, mis
clases de pole dance 3 veces por semana. Ir a reuniones sociales y
cumpleaños, juntadas y paseos, todo truncado…
Ahora, quiero hablarles
de la idea original y el espíritu de esta entrada. Hace unos días tuve uno de
mis tantos episodios de breakdown donde me agarran ataques de angustia y llanto
imparable (que conste, esto me pasa
desde hace muuuuucho antes de la pandemia, hace ya unos buenos años), donde siento que todo
es una mierda y no hay forma de hacerme sentir mejor o de levantarme el ánimo. Sólo me limito a llorar, dormir, escuchar música y, como
era de esperar, escribir. Cuando descubrí que mi orgulloso trasero tiene
como ascendente astrológico el signo de piscis, todo tuvo más sentido: son los
reyes de la sensiblería. Me bad. Pero después de una charla con David, donde me
ayudó a calmarme un poco y obviamente me hizo sentir mejor, me paré y pensé en
hacer un ejercicio –que, les digo, les recomiendo
de corazón que lo hagan ustedes también. Desde marzo venimos diciendo
cómo el encierro y la cuarentena nos viene afectando negativamente (como dije
más arriba), todo lo malo que nos pasó y cuántos planes, grandes o chiquitos, nos
arruinó este virus de mierda. En este ejercicio que
me dispuse a hacer, me paré a pensar y recopilar todos los aspectos lindos y
positivos que me vienen pasando desde entonces. Al principio pensé en
hacer un hilo de tweets. Pero como eso pasa al olvido en dos segundos, caí en
que quizás no iba a servir. Después dije bueno, ya que estoy lo plasmo en mi
libro de memorias. Sí, lo voy a hacer, pero todavía estoy terminando de pasar
en limpio otros textos que cronológicamente corresponden, así que todavía no (todavía
siento que está muy vacío esto). Y claro, ahora que tengo un espacio mejor y
personalizado lo puedo hacer bien. Sin más, paso a compartirles un poco de las
cosas lindas que está dejando esta mierda (más o
menos vendría a ser como los aspectos del yin y el yang, particularmente el
yin: “representando lo ‘bueno’ que hay en lo ‘malo’.”).
La ley y el orden y
la limpieza.
Una de las cosas más positivas que me dejó el encierro, es que me hice fan de limpiar. Hay gente que
se avocó a clasificar y acomodar su ropa y sus espacios, otros se volcaron por
la jardinería, pintar con acuarelas o hacerse cagadas en el pelo. A mí me pegó
por el lado de la limpieza y ordenar. Siempre fue una tarea que odié
(como lavar los platos), la hacía nomás por obligación y porque tengo sentido
de la higiene y la armonía visual, pero ahora es algo que hasta me produce
placer, como le digo yo, es una terapia.
Si bien hago mi cama, doblo/guardo la ropa todos los días, mantengo mi
escritorio despejado y paso la escoba por mi habitación día por medio (entre mi
hijo y yo juntamos más pelo caído que peluquería recién inaugurada), quienes me
siguen en instagram saben que el jueves es EL DÍA
de la limpieza. Aprovechando el cambio de sábanas, me hago mi rutina con
la música al palo (si es que no lo hago mientras miro una película) y les digo
que posta lo disfruto. Corro la cama (que pesa una tonelada) y la mesa de luz,
saco y aspiro la alfombra, barro por todos los rincones, paso franela y
plumero, limpio los vidrios y el espejo, desocupo la mesa de luz, el escritorio
y los estantes para sacar polvo y limpiar las superficies (además de limpiar
adornos, portarretratos, libros y las cosas que tengo en ellas) y tiro perfume
textil a diestra y siniestra. Si le meto pata tardo 30/40 minutos, pero como me
gusta hacerlo relajada, escuchando música y siendo detallista, me lleva entre
hora y media y dos horas (ni hablar si un día me consume la paja que me tomo el
tiempo para todo). Es de las pocas cosas que voy a
extrañar cuando se vuelva a la normalidad, porque asumo que no voy a tener el
tiempo ni las ganas de hacerlo, pero como dije, en este momento estoy
sacando los aspectos positivos dentro de un contexto de mierda.
The art of
cooking. Otro
gran punto en común que tuvo mucha gente, es que se les dio por cocinar (o en
su caso, probar recetas nuevas sacadas de internet). A mí también, pero en
menor medida, o quizás con menos frecuencia. Nunca me gustó cocinar, no soy de esas personas que se entretiene y
cocina con una sonrisa. Claramente cuando me reparto las tareas de la casa y me
toca, lo hago, sin más, pero incursioné haciendo algún que otro plato. Igual
que el ítem anterior; me pongo música o una buena peli y arranco. No voy a
decir tampoco que me convertí en Paulina Cocina pero puedo presumir de mis galletitas de avena con cacao, mis pancitos de queso
y mi carrot cake.
The eye of the tiger.
Este punto
quizás sea el más polémico en cuanto a mí personalmente. Nunca, jamás,
ni en mi sueño más falopa y descabellado me hubiera visto a mí misma haciendo ejercicio en mi casa, pero ni de
casualidad. Desde el día 0 de la cuarentena estoy tomando clases de stretching
con mi profe de pole dance; es increíble lo mucho que mejoré. Yo que toda la
vida fui un tronco de roble, verme a mí misma hacer determinados movimientos y
figuras que siempre pensé en algo inalcanzable, me genera mucho bienestar (y
así tampoco pierdo el progreso de elasticidad que llevo desde hace 4 años que
empecé con esta hermosa disciplina). Eso solo era en un principio, más adelante
empecé a recolectar rutinas y armarme las mías propias, y me propongo hacer
aunque sea un poquito todos los días (además de caminar con Nerón una vez por
día), con peso, con resistencia, con más repeticiones. Si
bien no hago el esfuerzo ni me ejercito igual que haciendo mis 3 clases
semanales de pole dance con esas entradas en calor que me dejan temblando, me
veo al espejo y amo lo que me devuelve. Estoy tonificando y trabajando
áreas por mi cuenta que nunca pensé en hacer, y aunque haya zonas que deteste
hacer, al ejercicio en casa en general le tomé el gustito.
The art of
art. Los
primeros días de cuarentena pinté como si no hubiera un mañana. Mi hermano me
regaló uno de esos libritos con mandalas
y como una sacada me pasaba horas y horas y horas, sentada pintando, después un
poco se me pasó. En abril empecé un proyecto
escrito, el cual todavía está en desarrollo, mientras terminaba de leer
la autobiografía de Bruce Dickinson. Desempolvé una carpeta que usaba para la
facu, agarré un block de hojas en blanco y empecé a escribir a lápiz (es así
como mejor me inspiro y como arranqué a hacerlo allá hace tiempo). Ya veremos
en qué resulta, pero como todavía es algo confidencial, no le hablé de eso a
nadie. Para mayo ya había terminado el que yo llamo mi
Libro de Memorias (ya hablaré de esto más adelante en una entrada
especialmente), lo que implicó escribir mucho. Al mes más o menos me dediqué de
lleno a la escritura en mi nuevo LdM como para terminar de ponerme al día. En
agosto, para mi cumpleaños, me regalaron la computadora en la que estoy
escribiendo ahora y decidí volver a la plataforma de blogger. Es una idea y un
deseo que tengo hace mucho tiempo (lo cual se hacía más notorio cada vez que me
ponía a escribir en instagram y me llegaba al límite de caracteres) pero mi
problema era el no poder escribir cómoda desde el celular, además de que la
inspiración no fluye de la misma forma… quienes escriban me van a saber
entender. Por último, algo que hice hace más o menos 3 meses fue terminar de
recortar los tres kilos de revistas que tenía acumuladas hace milenios; con la
idea de hacer collages, y no fue hasta hace un par de días que les terminé de
dar uso. En mi nuevo libro de memorias hice collages internos (en esas típicas
páginas destinadas a datos, tablas con horarios, gastos y demás) y ayer terminé
de hacer tapa y contratapa. Ya está totalmente forrada y con una nueva imagen
(ya estaba un poco cansada de las florcitas y el glitter), que quienes me
siguen en instagram ya habrán visto. Escribir
siempre fue mi fuerte si nos referimos al costado artístico, pero quien
dice, a lo mejor antes de que termine de esta mierda incursiono en un nuevo
terreno.
Thom sin
Jerry. Esta
es una de las partes que dudé mucho en incluir, no por nada negativo, sino
porque meramente se trata de una sola persona. Si me siguen y ven mis
historias seguido, ya se harán una idea de quién estoy hablando. Hace ya un
tiempo, desde que supe que David Ellefson tenía un proyecto solista paralelo a
Megadeth, veía sus fotos y me daba cuenta que había una persona que me
resultaba bastante intimidante (particularmente cuando me mandaba fotos en
Europa en el marco del Basstory Tour), el cantante de dicho proyecto. No vino
al tour sudamericano por un tema de presupuesto, pero tengo entendido que en
Norteamérica y Europa sí fue con él. Es probable que no lo conozcan porque no
es una persona de mucho renombre en esta parte del mundo, o si no siguen este
proyecto paralelo es factible que nunca lo hayan visto, pero los fans de
Slipknot seguramente lo conocen: es la
persona que frustró el suicidio de Corey Taylor. Se llama Thom Hazaert y es una de las personas más copadas
que conocí en este último tiempo, particularmente luego de 6 meses de encierro.
Una noche estaba en uno de mis tantos episodios de mental breakdown donde todo
me pone mal y no logro sacar una sonrisa, y veo que David está haciendo un
streaming en youtube con este hombre. Duró un par de horas y sinceramente me
reí bastante. Como luego de cada vivo, David me habla para agradecerme por
verlo, y yo hice lo propio por subirme el ánimo, y fue que se me ocurrió
hablarle a Thom. Como siempre tratándose de una persona que no me sigue, los
mensajes llegan a solicitudes y es factible que nunca sean leídos, pero yo dije
“ya fue, qué puedo perder”. Efectivamente, fue mucho lo que gané y no perdí
nada. Como dicen siempre, las apariencias engañan y
atrás de ese aspecto hosco y malo, hay un osito de peluche. Al principio
fue una charla banal, y ya a esta altura no sólo también tengo su número de
teléfono personal, sino que también es frecuente hacer videollamadas y
quedarnos hasta altas horas hablando de la vida, mientras nos cuenta con
cuántas estrellas del mundo de la música está actualmente trabajando. Es una
muy buena persona que espero conocer en un futuro, pero puedo decir con certeza
que es de las mejores cosas que me dejó
estos meses de encierro.
Make up. Otra de las cosas con
la que se me dio por experimentar es con el maquillaje y sus diferentes
variedades. Nunca fui muy fan ni tampoco experta, pero si hay algo que muchos
tuvimos (y aún seguimos teniendo porque seguimos confinados) es tiempo libre, y
me dediqué a practicar. Al principio fue muy
seguido, día por medio me sentaba al sol y me ponía a jugar y combinar
distintos colores, materiales, texturas y técnicas, pero ya ahora lo
hago muy de vez en cuando, ya que claramente, si me pongo a maquillarme todos
los días con el mero fin de practicar y hacerme más hábil al momento de salir,
cuando efectivamente pueda salir y vaya a hacerlo, voy a estar sin un solo elemento
(sabemos todos que tampoco es el mejor
momento para gastar en algo como maquillaje, ¿no?), pero puedo decir que
estoy bastante feliz con los resultados, siendo que mis favoritos los subí a mi
cuenta de instagram, y lo que es más, ya tuve oportunidad de “estrenarlos” y
quedé muy feliz con los resultados.
Lo bueno que
se quede dentro...
Me ha
pasado también, con el hecho de no poder juntarme con mis amigos, verme
envuelta en la proliferación de grupos de whatsapp, discord y videollamadas en
ambas plataformas. Me pasó que tuve la fortuna de afianzar unos hermosos vínculos afectivos que venía gestando hace
tiempo. Y acá no solo incluyo a mis amigos, sino que también cuento a esas
personas que, quizá no las hubiera llamado amigas hace unos meses, gente con la
que cruzaba palabras de vez en cuando pero que no teníamos una unión fuerte
como para llamarla amistad. Lo bueno que te da el
tiempo libre es disponibilidad y una mejor capacidad de conocer a la gente,
lo cual en estos casos viene como anillo al dedo. Con esto no digo que no haya
muchas de estas personas pasándola mal o que no estén amargadas con esta
situación de mierda, pero la realidad es que, de no haber sido por este
tiempito que me hice para conocerlos mejor, quizás hoy eran perfectos extraños
y no hubiera afianzado el lazo. No me olvido que esta entrada es para ver lo
bueno en lo malo.
… y la mierda
tóxica afuera.
Una de las
cosas más sanas que podés hacer, es limpieza
emocional. Cuando hay gente de mierda que no te aporta ni te suma nada
positivo, que te envidia, te caretea y te ataca, que busca siempre la
oportunidad para hacerte mal y escupirte la bilis venenosa y la mierda que
lleva adentro, lo mejor que podés hacer es suprimirla,
eliminarla, sacarla de todos lados y quedarte con las cosas valiosas.
También aplica (y cómo…) a esas personas que se hacen llamar amigas cuando hay
algo de interés, cuando te buscan
para poder sacarte una tajada. Eso que muchos le dicen “amistad por conveniencia”, que se borran cuando no
podés darles más nada, o cuando ya no tienen qué sacarte, esas mierdas son las
peores en mi opinión. Convengamos que tampoco es
necesario pasar por una pandemia peligrosa y mortal para sacarnos de encima a
los soretes de este calibre que en un mundo como el nuestro abundan,
pero como estas situaciones sacan, en su mayoría, lo peor que tiene este tipo
de basura, al conocer bien su verdadera cara es más fácil eliminarlos de
nuestro plano. Soy una persona muy espiritual y creo firmemente que,
cuando una persona está rodeada de energías negativas y vampiros que absorben
lo mejor que uno tiene para dar, se terminan de convertir en una mierda igual
que ellos. En cambio cuando te rodeás de gente con buena energía que transmite
una vibra positiva, te hace mejor a la cabeza y al
cuerpo, y te nutre de su misma energía. Como se dice popularmente,
energía negativa atrae energía negativa, e igual con la positiva.
Se me hizo un poco largo
y no era la intención, pero esto más que una entrada para mi público, fue un ejercicio de introspección para mí,
por lo cual no estuve ni cerca de calcular o medir las palabras. Además, hace un mes que tengo esta entrada en hiatus y no
me decidía a cerrarla y publicarla. Al margen, después de mi cumpleaños
fue el boom de ese juego de tripulaciones e impostores que a esta altura
debemos conocer todos, y que sin mentirles, me consumió mucho del tiempo. Bah,
no tampoco consumir, porque al jugar en su mayoría
con amigos y gente que quiero, lo considero como otra forma de pasarla bien
puertas adentro y sin contacto humano. Me hice tiempos para escribir
(comentario al margen, sigo trabajando en mi proyecto manuscrito, lo cual me
lleva más tiempo), para relajarme, dedicarme a mis prácticas brujiles, y ahora
también para jugar. Y respondiendo a algunas preguntas que me hicieron de que
tardo mucho en publicar, ahora saben el por qué. Prefiero
hacer entradas más extensas y elaboradas a que solamente escribir una hoja así
nomás y mandarla. Como sea, agradezco mucho a los que me alientan a
seguir escribiendo y publicando porque les interesa leerme. Y también pido
disculpas si tardo más de lo que solía tardar hace tiempo, pero como dije, se
me dio ahora por hacer textos más largos.
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