No high could save me from the depths of hell
I'll drown my mind until I'm someone else
No hay palabras, no hay consuelo, no hay nada que pueda describir con exactitud como me siento en este momento y como estoy transitando mi paso en el planeta. Me siento en el sillón y agarro la lapicera. Me quedo en blanco, frente a un cuaderno viejo y gastado. Brota una lágrima tímida. No puedo. De esas veces que te cuentan lo increíble, que pasa lo imposible, que llega un día que creía (creíamos) que nunca llegaría.
Hoy es 23 de julio de 2025. Hace 24 horas que Ozzy Osbourne dejó este mundo para irse de gira en paz “rodeado de su familia y mucho amor”. Es un día que todos sabíamos que llegaría “en cualquier momento” por obvias razones, pero que paradójicamente nadie estaba preparado y a muchos de nosotros nos pegó muy fuerte. Algo así como cuando Lemmy se fue de gira. Una vida de excesos, locuras, hábitos insalubres no es gratis (ninguna en realidad, pero ustedes me entienden) pero con los años y la degeneración normal de los cuerpos ancianos, hacen que pese más todavía. Digamos, no cualquiera decapita un murciélago con la boca y vive para contarlo –algunos dicen que desde entonces vivió gratis.
Sea como fuere de la óptica que lo vean, el tipo no fue solo un loco que hacía cosas “bajo los efectos de”, el tipo no era solo un músico. Fue (es) el fucking creador de todo. Leí por ahí “murió el hombre que educó a todos los músicos que te gustan”. Y aunque no te gusten, aunque no te guste. Es quien inventó el heavy metal. Sea que te agrade su música o no, es inconmensurable el legado que deja Ozzy tras de sí. Cambió el mundo de la música para siempre. Nos cambió a nosotros para siempre. Todos los que alguna vez fuimos dejados de lado, los que fuimos excluidos, los raritos del salón en el colegio, aquellos que en más de una ocasión recibimos expresiones de desaprobación o desagrado, o nos trataron diferente por cómo nos veíamos o cómo nos vestíamos. Los que llegamos a este punto (a este mundo, del metal digo) siendo adolescentes lo entendemos mejor que nadie. Y aunque sea una vez nos vimos reflejados en ese chico rebelde y problemático que nació y creció en un barrio obrero del Reino Unido.
Poco puedo hablar yo de tecnicismos cuando de música entiendo poco, pero para saber lo que hizo y significó Ozzy no hay que saber ni entender.
Hay que sentir.
En las últimas horas he leído un sinnúmero de personas rindiéndole tributo. Desde amigos y conocidos compartiendo fotos y videos de cuando fueron a sus shows, pasando por medios masivos de comunicación en televisión y foros de internet, hasta músicos que compartieron escenarios con él, que lo querían o admiraban. Y qué decir del hermoso y triste funeral que fue Back to the Beginning (el motivo original de esta entrada originalmente iba a ser ese, el borrador que en este momento estoy tachando y reescribiendo en papel como cuando era una adolescente enojada de 14 años, pero me agarró un mal timing). Porque fue eso. No fue solo el fin de los recitales y las giras para Black Sabbath, no fue solo el fin de una era; Ozzy nos estaba despidiendo porque sentía, sabía, que su tiempo en este plano estaba finalizando. Si bien a pocos (por suerte) no les gustó su desempeño con la excusa de “tocó poco, pero cantó mal, pero esto o aquello”, es precisamente acá donde se tiene que hacer el hincapié: esos son los que no entendieron nada. No fue una muestra del prime de los pioneros del metal; fue una fiesta de despedida. Dulce y amarga, como muchas despedidas. Y qué mejor que hacerla haciendo un bien mayor; más de 200 millones de dólares fueron recaudados entre la venta de entradas físicas y virtuales, y la totalidad fue destinada a donaciones tanto para investigar el mal de Parkinson como para hospitales y beneficencias de niños carenciados (ni un centavo fue destinado a los músicos que participaron) marcando un récord de ganancias, como así también el récord al show más largo; duró más de 10 horas.
Tampoco quiero ponerme a citar su vida obra, para el que no lo sabe bien podría buscarlo en internet, pero es justo en este momento que las emociones no paran de aflorar, que las palabras no paran de fluir (casi a la par de las lágrimas) y que tengo una ensalada de sensaciones encontradas que no es fácil ordenar todo y hacer que mis oraciones tengan el sentido que quizás quiero darles. Pido disculpas de antemano, llevo horas llorando con la mente nublada y ordenarse en este estado es complicado. Como mencioné, por un lado no tengo consuelo y llevo el luto en el corazón por despedir a una persona que me inspiró, ayudó y acompañó forjando mi carácter y estando ahí cuando muchas veces estuve sola, alguien a quien quise mucho sin siquiera conocer, y por otro lado tengo el alma en paz y tranquila sabiendo que ya no sufre, que ya no tiene problemas para moverse o realizar tareas básicas, cargando dolores y malestares que ni los analgésicos ni los médicos pudieron alivianar. Pero lo más importante y lo que más me llevo de todo esto, es que se despidió de nosotros como quiso. Vivió como quiso e igual fue su despedida. Tuvo la oportunidad de brindar un espectáculo único e inigualable que ya pasó a la historia. Dije y sostengo, los homenajes se hacen en vida, y no hubo mejor forma de honrar la suya y su carrera que diciendo adiós en el lugar que lo vio crecer y formarse como artista.
Podría estar escribiendo y lagrimeando las páginas de este cuaderno viejo por horas y aún podría no llegar a expresar una décima parte de lo que Ozzy Osbourne significó en mi vida, uno de los pilares fundamentales que me sostuvo y lo mucho que me alegra haber podido verlo en vivo y cantar con él, llegando a la fase cúlmine de uno de mis sueños más anhelados.
Solo me resta decir GRACIAS. Gracias por haber creado el género musical de mi vida. Gracias por tu aporte y por el enorme legado que dejás. Gracias por haber revolucionado la música para siempre. Gracias por absolutamente todo, Príncipe de las tinieblas.
Las leyendas no mueren.
Gracias y hasta siempre.

Quisiera poder tener una mínima parte de tu pluma para poder expresarme mejor, pero algo, un poquito pude escribir. Y ahors ese abrazo que nos dimos en Obras será también parte de la leyenda 😭
ResponderEliminar❤️
ResponderEliminarPor la trayectoria, la influencia e inspiracion. Se nos fue siendo, ya en vida, uno de los capitulos mas lindos de la la historia de la cultura moderna 💔. RIP Ozz 💫
EliminarHermosas palabras! AGUANTE OZZYYYYYYY
ResponderEliminarUn espectacular resumen del sentimiento que nos apabullo a los que vivimos este genero de música tan denostado por algunos.
ResponderEliminarMe alegra muchisimo que hayas vuelto a escribir <3, y tambien me alegro mucho que nuestros caminos se hayan vuelto a cruzar despues de tanto tiempo. El fallecimiento de Ozzy fue un golpe duro para todos (Estuve absolutamente bajon desde que me entere hasta ahora) pero al menos tuvo la posibilidad de despedirse frente a sus fans y con Black Sabbath. Ahora toca celebrar su vida, sus hazañas y su musica que va a quedar marcada en la historia para siempre. RIP Prince of Darkness
ResponderEliminarMuy lindo todo, ni mas ni menos. Pareciera que en estos momentos las palabras sobran o no alcanzan. Lo bueno es que se pudo despedir como quiso y eso solo lo hacen los grandes, porque lo era. El unico consuelo es saber que esta en paz y eso es una pequeña caricia al alma
ResponderEliminarBuenas, muy bueno lo que escribiste. Se nos fue el más grande!!! 🤘🤘🤘
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